Desde 2018, la inversión en libros puede ser un hito regional

En la oficina del escritor Édgar Allan García hay varios libros y una pintura de Guayasamín. Es una sección en el séptimo piso de una de las dependencias del Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCyP). El autor es el encargado de hacer que Ecuador deje de ser el único país de la región sin un Plan Nacional del Libro y la Lectura y para lograrlo ha presentado un proyecto a Senplades (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo) con un monto de $ 40 millones, que serían invertidos en cuatro años.

En cuanto a los libros del desaparecido Sistema Nacional de Bibliotecas (Sinab) que no han circulado, le dijo a este diario que no habían previsto distribuir publicaciones anteriores a su gestión, pero «en vista de que en bodega [del MCyP] hay una gran cantidad de libros que tienen que estar en las bibliotecas o lugares idóneos, decidimos ayudar en ese proceso». El número de ejemplares en bodega no se conoce, pero están en una bodega por Carapungo, según García, quien tampoco definió un monto específico para la distribución de esos textos en repositorios.

El número dos en la gestión del plan es el escritor colombiano Antonio Correa Losada, también encargado de organizar la X edición de la Feria Internacional del Libro de Quito (FIL), que irá del 10 al 19 de noviembre y cuyo costo será de $ 400.000.

Luego de que se ejecute el proyecto de inversión (2021), solo su éxito y la identificación que genere en la población serán garantía de que se renueve, coinciden varias fuentes consultadas.

El plazo para la aprobación del presupuesto presentado puede variar, pero García y Correa esperan tener una respuesta en un mes, máximo. «Generalmente, el dinero llega entre febrero o marzo, ahí podremos estar hablando de un plan, con una serie de líneas maestras. Por el momento, tenemos claro cuál es el panorama, cuáles son las acciones a desarrollar. Todo lo demás está en la nube, necesitamos que llueva».

El trabajo con los programas escolares, que administra el Ministerio de Educación, no incluirá la reforma de mallas curriculares en materia de lectura, que define la cartera de Estado encabezada por Fander Falconí. Los gestores del plan han pensado, explicó García, «en desarrollar videos para la formación de docentes y mediadores de lectura, hechos por expertos en talleres de cración literaria y dirigidos a lectores o prelectores». El escritor también contó que, esta semana, se ha reunido con varias autoridades del ministerio mencionado, antes hubo varias citas en ese sentido y, esta vez, les propuso que todos los libros para estudiantes, desde el primer hasta el último año, tuvieran un espacio para la literatura, aunque no fueran de este ámbito.

Sobre la necesaria formación de bibliotecarios, las universidades interesadas en crear la carrera de bibliotecología, que no ha existido en el país, tendrán el apoyo del Plan Lector si se financia.

La edición de este año de la FIL ha recibido ya $ 300.000 del MCyP para una campaña de sensibilización en torno a la lectura y $ 200.000 para publicaciones que se difundirían en noviembre.

En alianza con la Cámara Ecuatoriana del Libro, la feria será parte del plan y hay unos $ 400.000 destinados a eso. García cree que para que un evento de este tipo «realmente sea gigantesco y tenga penetración a todo nivel se necesita entre $ 800.000 y $ 1’000.000», pero ya se anunciaron los 17 invitados internacionales y los 40 nacionales se están integrando a una lista.

El funcionario, cuyo cargo en el ministerio es el de Asesor del Plan de lectura, lanza una crítica a la Feria del Libro de Guayaquil, que cumplió su tercera edición hace poco, con Argentina como invitado: «Ha tenido mejor prensa y promoción por cuestiones políticas. Es cierto que la FIL de Quito ha tenido fallas, pero queremos que ahora sea un punto de inflexión y se posicione como la mayor feria del país».